jueves, 2 de julio de 2009

HERAUD, el corazón volador


Los caminos por los que nos suele llevar la vida son extraños. Hay situaciones a las que no les tomamos importancia y luego de algùn tiempo cobran una reverberancia sin par.

Hace unos tres años me encontré ante la tarea académica de ahondar en la vida de algún personaje ilustre de nuestra historia y que haya aportado cuestiones interesantes en materia política, intelectual o artística. Mi trabajo fue sobre José de la Riva Aguero y Osma; sin embargo fue mi segunda opción. En un principio el personaje seleccionado fue el gran y mítico Javier Heraud. El poeta Javier Heraud, el joven Javier, el soñador Javier, el camarada Javier. Mi profesor, que sufría de una miopía no solo física, y por la que llevaba un par de anteojos potos de botella que le hacían ver los ojos del tamaño de un par de pepas de palta, sufría tambien de una cierta estrechez mental, digamos para ser buenos, de una falta de horizonte. Ante mi elección inicial soltó un contundente y sonoro No. No hay mucho que hablar sobre él. PLOP!!Perdón???Que no hay mucho que decir sobre él? En fin... Sin embargo, me empeciné en leerlo, en saber sobre su vida, en enamorarme de la fuerza de sus ideales...hasta que la semana pasada nos encontramos cara a cara.

Tuve la oportunidad de ir a ver HERAUD, el corazón volador(La pasión segun Javier Heraud) y fue una experiencia magnífica. Por eso digo que la vida tiene caminos extraños. Salvando las alucinantes diferencias entre él y yo, me vi reflejado en su vida, en su pasión, en su amor por aquello en lo que creía.

Mi generación-es verdad- es una descreída de la politica, y tiene razón para ser así. Hoy por hoy, pocos estarían dispuestos a sacrificar su vida por un ideal político. Todos nuestros muros ya se han caído. Con todo, más allá de tales o cuales ideologías, Heraud fue un hombre de ideales. Mucha vida para poco cuerpo. Tal vez por eso tuvo que morirse tan joven.

La obra está muy bien dirigida. Hay una suerte de montaje expresivo que se maneja en base a colores y luces. La dramaturgia es precisa, certera, una bala al corazón.

Así salí de la sala: como si una bala me hubiera traspasado el alma, como si una fina daga me hubiera cercenado el cuello, conmovido ante tanta pasión en una sola vida.

Por lo demas, la historia está llena de frases llenas de pulso. Un pulso que nos marca el mismo Javier Heraud desde el siempre, desde el antes, desde el hoy.

Probablemente uno de los momentos más bellos es cuando los personajes se preguntan para qué se escribe un poema: para dejárselo a alguien, para dejárselo a nadie, para ser el centro del universo, para alcanzar la plenitud, para tocar el sol, para ocultarse detrás de él, para no gastar ni consumir la vida en nada...La pregunta está llena de contenido. La respuesta, aún más.

Hoy, la voz de Javier Heraud sigue sonando, talvez ya no por los conceptos de sus ideales políticos, como por la fuerza como se llevan a cabo. Ojalá que aprendamos y conozcamos un poco de él. Tal vez un día podamos decir con pasión como él dijo: "Yo nunca me río de la muerte.
Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y arboles..."



Aquí algo más de él...


El Río
1
Yo soy un río,

voy bajando por las piedras anchas,

voy bajando por las rocas duras,

por el sendero

dibujado por el viento.

Hay árboles a mi

alrededor sombreados

por la lluvia.

Yo soy un río,

bajo cada vez más

furiosamente, más violentamente

bajo

cada vez que un

puente me refleja

en sus arcos.

2
Yo soy un río

un río

un río

cristalino en la

mañana.

A veces soy

tierno y

bondadoso.

Me

deslizo

suavemente

por los valles fértiles,

doy de beber

miles de veces

al ganado, a la gente dócil.

Los niños se me acercan de

día,

y

de noche trémulos amantes

apoyan sus ojos en los míos,

y hunden sus brazos

en la oscura claridad

de mis aguas fantasmales.

3

Yo soy el río.

Pero a veces soy

bravo

y

fuerte

pero a veces

no respeto ni a

la vida ni a la

muerte.

Bajo por las

atropelladas cascadas,

bajo con furia y con

rencor,

golpeo contra las

piedras más y más,

las hago una

a una pedazos

interminables.

Los animales

huyen,

huyen huyendo

cuando me desbordo

por los campos,

cuando siembro de

piedras pequeñas las

laderas,

cuando

inundo

las casas y los pastos,

cuando

inundo

las puertas y sus

corazones,

los cuerpos y

sus

corazones.


4
Y es aquí cuando

más me precipito

Cuando puedo llegar

a

los corazones,

cuando puedo

cogerlos por la

sangre,

cuando puedo

mirarlos desde

adentro.

Y mi furia se

torna apacible,

y me vuelvo

árbol,

y me estanco

como un árbol,

y me silencio

como una piedra,

y callo como una

rosa sin espinas.

5
Yo soy un río.

Yo soy el río

eterno de la

dicha. Ya siento

las brisas cercanas,

ya siento el viento

en mis mejillas,

y mi viaje a través

de montes, ríos,

lagos y praderas

se torna inacabable.

6
Yo soy el río que viaja en las riberas,

árbol o piedra seca

Yo soy el río que viaja en las orillas,

puerta o corazón abierto

Yo soy el río que viaja por los pastos,

flor o rosa cortada

Yo soy el río que viaja por las calles,

tierra o cielo mojado

Yo soy el río que viaja por los montes,

roca o sal quemada

Yo soy el río que viaja por las casas,

mesa o silla colgada

Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,

árbol fruta

rosa

piedra

mesa corazón

corazón y puerta

retornados,

7

Yo soy el río que canta

al mediodía y a los

hombres,

que canta ante sus

tumbas,

el que vuelve su rostro

ante los cauces sagrados.

8

Yo soy el río anochecido.

Ya bajo por las hondas

quebradas,

por los ignotos pueblos

olvidados,

por las ciudades

atestadas de público

en las vitrinas.

Yo soy el río

ya voy por las praderas,

hay árboles a mi alrededor

cubiertos de palomas,

los árboles cantan con

el río,

los árboles cantan

con mi corazón de pájaro,

los ríos cantan con mis

brazos.

9

Llegará la hora

en que tendré que

desembocar en los

océanos,

que mezclar mis

aguas limpias con sus

aguas turbias,

que tendré que

silenciar mi canto

luminoso,

que tendré que acallar

mis gritos furiosos al

alba de todos los días,

que clarear mis ojos

con el mar.

El día llegará,

y en los mares inmensos

no veré más mis campos

fértiles,

no veré mis árboles

verdes,

mi viento cercano,

mi cielo claro,

mi lago oscuro,

mi sol,

mis nubes,

ni veré nada,

nada,

únicamente el

cielo azul,

inmenso,

y

todo se disolverá en

una llanura de agua,

en donde un canto o un poema más

sólo serán ríos pequeños que bajan,

ríos caudalosos que bajan a juntarse

en mis nuevas aguas luminosas,

en mis nuevas

aguas

apagadas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno saber que hay jovenes con ideales aun,
es mas JH es un poeta que se sabe hacer amar
y sabe como calar en el alma...contagia!
Me alegro mucho por ti...mi super amigo.

Alis

Rulos dijo...

Saber de él, conocerle,... es revitalizante!!!