sábado, 1 de mayo de 2010

LA NOCHE ARABE


¿Es posible que un hombre quepa en una botella de coñac?¿Es lógico que una persona pueda ser transportado en tiempo y espacio desde el séptimo piso de un edificio al medio del desierto?¿Puede convertirse una mujer en un lobo que te persigue sin dejarte tranquilo? La respuesta es no y sí. No, porque aquello suena absolutamente imposible de realizar por las leyes de la física y la termodinámica para el hombre; y sí porque en el mundo del teatro todo es posible. Claro, esta gran amplitud del todo debe estar fundamentado en un buen texto y en una correcta dirección. La noche árabe de Roland Schimmelpfennig es una muestra de eso. Todas las locas posibilidades de escena y montaje son factibles en una obra que es casi un poema de la posmodernidad. Intensa, vibrante, desconcertante. Casi te deja un vacío en el estómago. La maravilla de la palabra nos hace olvidar por completo la lógica interna de la historia. Y de qué va? Pues sencillamente un grupo de personas que viven en uno de los edificios de un condominio tiene que pasar por las penalidades del calor y de haber perdido la presión de agua en todos los departamentos. Ellos, sin embargo, escuchan el ruido del agua corriendo por los muros. Llaman al encargado, el cual no sabe como actuar. Un par de mujeres parecen ser la clave para entenderlo todo. De pronto, todo se transforma y somos llevados a otro mundo. La sensación es de sobrecogimiento. Tienen que verla y disfrutarla.

Lastimosamente las funciones terminan el día mañana en el auditorio del ICPNA de Miraflores a las 8.00pm. La dirección está a cargo del cada vez más inquietante director Jorge Villanueva y las actuacion están por cuenta de los talentosos Kareen Spano, Marcello Rivera, Elsa Olivero, Diego Lombardi y Juan Carlos Morón.

No se la pierdan. La experiencia será de ensueño.

sábado, 27 de marzo de 2010

HAPPY BIRTHDAY


Feliz, muy muy muy feliz día mi querido y nunca bien ponderado teatro. Que sean muchos, pero muchos muchos más. Y que tu torta sea cada vez más grande, y que se enciendan muchas velitas, y que cada vez seamos más cantando tu tan merecido happy birthday.


27 de marzo. Dia internacional del teatro.

domingo, 14 de marzo de 2010

COCINA Y ZONA DE SERVICIO


Hace ya algunos años que salí del colegio. Con mi grupo más cercano de amigos de ese entonces sigo frecuentándome para salir, conversar, ir al cine, a comer, cantar el happy birthday de alguno de nosotros y para fechas y momentos especiales. Soy testigo del progreso y crecimiento de cada uno de ellos, y ellos lo son del mío; sin embargo la relación con el resto de mis amigos y compañeros escolares está marcada por una palabra tan crucial como tremebunda: reencuentro. La razón por la que es una palabra y un hecho singulares es que los reencuentros nos enfrentan a nosostros mismos, a nuestros sueños abandonados, a nuestros planes caducos, a nuestros anhelos abortados. Los reencuentros cuestionan nuestro presente y nuestro futuro. Frecuentemente la noción de éxito aparece en nuestra mente como un sueño que siempre se encuentra en la acera de enfrente, incluso cuando lo hayamos conseguido. Esa es una caracterísitica del mundo de hoy: el hambre por el éxito, y los reencuentros siempre nos ponen de cabeza en ese sentido.

De reencuentros - y desencuentros- va Cocina y Zona de servicio de los franceses Agnes Jaoui y Jean - Pierre Bacri, que se presenta por estas fechas en el teatro La Plaza Isil. Un grupo de amigos se juntan en una reunión después de diez años de no haberse visto. La reunioncita, como es de esperarse, destapa todo lo que ellos son, han conseguido y lo que han ganado y perdido.

Lo curioso de la obra es que toda la acción discurre en la cocina, lugar al cual los invitados a la fiesta llegan a dar cuenta de lo que ocurre en la sala y el comedor. Asimismo, la cocina es el lugar ideal para que los rostros se destemplen, los ánimos se relajen-o se caldeen- y las vidas se muestren tal como son, que dicho sea de paso, es lo que siempre ocurre en un reunión.

En eso y en más se basa el éxito de la dramaturgia: en haber sido capaces de poner la mirada en un modo de ser que tiene el ser humano en relación con los demás.

La dirección está a cargo de Marisol Palacios y el elenco se encuentra conformado por Montserrat Brugue, Sergio Galliani, Miguel Iza, Wendy Vásquez y Pablo Saldarriaga. Va de jueves a martes a las 8pm y los domingos a las 7pm.

A no perdérsela!!!

lunes, 8 de febrero de 2010

VISITANDO AL SEÑOR GREEN


Sería necio negar el hecho, por todos experimentado, de habernos sentido, con respecto de algún tema, controversia, polémica, chanchullo y/o demás joyas , totalmente seguros de aquello en lo que creemos. Nos sentimos sólidos, firmes, estables en nuestras ideas del mundo, sabemos (o creemos saber) la naturaleza real de los problemas, les planteamos soluciones rápidas, esbozamos hipótesis indemostrables, esgrimimos sentencias inaplicables, y desde nuestro sitial preferencial, desde nuestro más cómodo asiento VIP, cual señorón aristocrático sentado en el palco más caro del teatro, nos hacemos jueces del mundo entero. Sin embargo, la realidad suele reventarnos enfrente mismo de nuestras narices, cuando de pronto nuestras más férreas y seguras convicciones se ven remecidas por una apuesta diferente, por una mirada distinta.

No es verdad que siempre valga la pena "ir hacia la otra orilla" , aunque algunas veces puede ser una viaje fascinante.

De esto, y más va "Visitando al Señor Green" de Jeff Baron y dirigida por Malcolm Malca en el ICPNA de Miraflores.

Ross Gardiner es un joven ejecutivo exitoso que, a causa de haber golpeado accidentalmente con su auto a un octogenario, se ve obligado por mandato judicial a reparar el daño, haciendo el servicio comunitario de visitarlo todos los jueves y atenderlo en lo que fuera necesario. La trama se complica por el hecho de que el Sr. Green no quiere ser "visitado" en ningun sentido.

Es curiosa la manera en que una inicial comedia de situación troca en un drama que alcanza una gran profundidad, y es que, como dije líneas arriba, Visitando... va acerca de eso, de un viaje. En este caso, es un viaje a un punto diferente desde el cual también se puede mirar el mundo. Es por esto que la palabra "visitar" adquiere su mayor sentido. A nosotros también se nos invita a través de esta obra a atrevernos a mirar la otra cara de la moneda, a abrir nuestro pensamiento a una nueva forma de ver las cosas, y a no ser intolerantes con ello.

La obra va de jueves a lunes a las 7.30pm en el ICPNA, y como se puede notar por todo lo dicho, es sumamente recomendable para pasar un buen momento y para atrevernos a pasar un ratito siquiera, por un mundo diferente del cual vivimos, aunque sea de "visita".

jueves, 31 de diciembre de 2009

Telón!

Sé que todos los escénicos y teatreros empedernidos entenderán este post.
Feliz 2010!!!

sábado, 17 de octubre de 2009

A PIE DESCALZOS, VAMOS


Todas aquellas personas que alguna vez nos hemos topado con la vida y obra de San Francisco de Asís podemos decir con toda seguridad y sin temor a equivocarnos que se trata de un santo con letras mayúsculas. Francisco es conocido en la Iglesia como el santo de la naturaleza, razón por la cual resulta siendo muy actual, en virtud de la creciente preocupación por el medio ambiente. Hay otros elementos que también lo definen, algunos de los cuales comparte con otros santos, a saber, la castidad y la obediencia. Sin embargo, aquello que lo distinguió históricamente y en su relación con Dios es su profundo amor a la pobreza. Francisco de Asís decidió abrazarla con todo el corazón debido a que sabía que a través de ella se hacía ligero: nada lo ataba, nada lo sometía, no poseía nada. Este hecho en su vida resulta también muy actual, y tiene mucho que decirnos en un mundo como el de hoy que nos habla de comprar y vender, de tener y ganar, de poseer más y más, un mundo que nos habla de consumir hasta hartarnos. El encuentro de Francisco con la que él mismo llamó, la hermana pobreza es un hecho conmovedor. Todos los que sabemos o hemos leído alguna vez su biografìa, podemos dar fe de ello.
Es por esto mismo, que una historia de teatro como la de A pie descalzos, vamos tendría que estar a altura de una gran vida como esta. Veamos...

En efecto, la obra se encuentra muy bien lograda a nivel musical. Los arreglos son encantadores y la preparación vocal es de carácter superior. Sin embargo, la obra adolece de un problema: no va hacia ningun lado. A la tercera canción nos seguimos preguntando qué es lo que quiere Francisco, cuando llegamos a la quinta, ya nos parece que sabemos, pero una vez más se nos escapa de las manos. La obra retrata momentos de la vida franciscana, por ello mismo se torna episódica, es decir, es solo una narración de evento tras evento, cada uno de los cuales no es generado por el anterior, ni menos generador del siguiente. La razón de ello es muy sencilla y es que la vida de una persona no tiene acción dramática, y evidentemente la vida de Francisco tampoco, o en todo caso, es una acción dramática demasiado débil. Llegar a ser pobre es algo que no podemos verificar, o en todo caso. verificamos casi al instante, luego de lo cual no hay nada más por perseguir. Ahora bien, estas percepciones son de caracter estrictamente dramático. A nivel personal, Francisco sí quiso lograr cosas en su vida, pero la obra no aprovecha del todo la riqueza de su vida interior, ni estas búsquedas franciscanas para, tomando un elemento, trabajarlo a fondo.
A pesar de ello, la obra resulta atractiva a nivel musical, y las actuaciones de Haydee Cáceres y Gianfranco Brero son muy buenas. Las coreografías están, además, muy bien logradas.

No desanconsejo en absoluto ver la obra. Por el contrario, los animo a no perdérsela en las últimas funciones que quedan. Hacerlo les permitirá conocer la vida de este gran santo y profundizar en su espiritualidad. Por otro lado, varias de las canciones les tocarán el alma, finamente el teatro tambien trata de eso: tocar profundamente el corazón.
Aquí un enlace a un video sobre la obra:

miércoles, 23 de septiembre de 2009

ESPERANDO LA CARROZA


Hace algunos años, cuando aún era un niño, y solía jugar con los amigos del barrio tenía una costumbre que compartíamos con todos los compinches de travesuras: sentarnos en un muro que se ubicaba a media cuadra del lugar donde vivíamos. El dichoso murito era sumamente cómodo, privado, tenía un calor especial. Cuando se estaba sentado sobre él, uno tenía la sensación de mirar el mundo, de tener el mundo en la palma de la mano. Esto no es poca cosa, si consideramos que solo éramos unos niños y no estabámos más que en el medio de la calle.

Muchos años después, y gracias a una obra de teatro comprendí por qué nos sentíamos así, por qué nos creíamos superiores cuando estábamos sobre es muro, por qué nos daba la sensación de poder hacerlo todo, de ser dueño de todo. Ocurre que justo enfrente del muro se encontraba una ventana muy grande, por la que cualquiera de nosotros hubiéramos entrado con el tamaño que teníamos. Dicha ventana daba al comedor de una casa. Dicho de otro modo, cada vez que nos sentábamos a conversar sobre el muro, asistíamos también al momento más íntimo de esta familia, a la cena de las 8, a la discusión más agitada, a las conversaciones más secretas; razón por la cual la dueña de casa hacía uso de todos sus recursos para, como ella misma decía, largarnos de ahí.
La obra de la cual hablo es, como se habrán enterado por el título, Esperando la Carroza. Y digo que pude comprender esta parte de mi vida justamente porque Esperando... empieza con una escena crucial: solo vemos dos ventanas cerradas, que al abrirse, nos hacen testigos del dolor de una familia. Este abrir de ventanas es casi una invitación a fisgonear en sus vidas, en un día cualquiera de sus vidas, una entrada a auscultar el agujero más recóndito de sus existencias. Eso es lo que hacíamos, sin darnos cuenta, cuando éramos chicos: ver el mundo a través de esa ventana.

La obra, a partir de este detalle, es el relato conmovedor de un domingo cualquiera en la vida de una familia de clase media, que se ve, de pronto, sorprendida por la repentina pérdida de la madre de todos, una casi senil octogenaria, interpretada por la magnífica Delfina Paredes, de la cual nadie se quiere hacer cargo por las terribles esfuerzos que ello demanda.

Jacobo Langsner retrata fielmente la ideosincrasia de esta familia y de todas las de su clase, las de nuestra clase. Muestra nuestra forma de vida, nuestra maneras de comportarnos, y a partir de una anécdota, nos hace ver con gra maestría cómo los seres humanos somos: oscilantes entre la sinceridad y la hipocresía; entre el amor y el desinterés; entre la desidia y el compromiso.

Langsner abre una ventana no solo en el escenario, sino que con gran compasión nos permite también abrir nuestras propias ventanas para mirar y descubrir con asombro que podemos ser aquello que miramos con asombro.