martes, 2 de junio de 2009

ANTÍGONA


Hace unos pocos años, una amiga muy querida me contó que había ido a ver Antigona. Me recomendó ardientemente que la vaya a ver además decirme con todas sus letras que la obra me ha hecho acordar de ti. En ese momento no entendía muy bien lo que me estaba diciendo. Para empezar, por aquellos años no la había leido y no sabía, honestamente, de qué trataba. Sin embargo, ese comentario quedó grabado en mi mente.

Un tiempo despuès tuve la oportunidad de leer la obra y fui a ver una versión de un reconocido director de teatro. Me gustó. Creo que en ese momento se dio inicio a esta locura que hoy se va volviendo un proyecto de vida concreto. Por ello mismo, estoy vinculado a Antígona de una manera muy especial. Al conversar con esta amiga mía, me comentó que en realidad ella se refería a la adaptación de Antígona que había hecho el poeta José Watanabe y cuya representación caía sobre los hombros de Teresa Ralli. Por supuesto que sabía quién era: una de las mejores actrices de nuestro medio, y de cualquier medio. Además es integrante del grupo teatral probablemete más representativo de nuestro país: Yuyachkani.

Lamentablemente no pude verla hasta el último domingo, cuando me vi cara a cara con este personaje capaz de recorrer los siglos hasta mí.
En verdad, la historia, la muestra, la Ralli, todo, todo me conmovió.
Para quien no conoce la historia, Antígona es la hermana menor de dos guerreros que encuentran la muerte en una guerra entre dos bandos. Uno de ellos, Eteolces, quien peleaba supuestamente por Tebas recibe ante su muerte los funerales respectivos. El otro, el supuesto traidor, Polínices halla también la muerte, pero por un decreto real de Creonte no puede ser sepultado y es expuesto al aire libre para ser bocado de perros y pájaros. Evidentemente este hecho conmociona a Antígona, que se ve entre la disyuntiva de acatar un edicto de real de un rey que por lo demás, es tirano y prepotente , y la ley moral que habitaba en su corazón y que le ordenaba darle sepultura al cadaver putrefacto y vejado de su hermano.
Como mencioné, la obra me conmovió, pero así lo hizo porque me sentí plenamente identificado con la historia y con los personajes. En efecto, como ocurre con las tragedias griegas, pude reconocerme en Antígona, en su lucha por lo que considera justo. En no pocos momentos de mi vida me he ganado problemas por defender causas justas. Lo he hecho desde siempre, incluso desde que era un colegial. Y debo aclarar que no es un problema para aceptar la autoridad. No. Es solo que las injusticias se me hacen intolerables, y ahí donde muchos callan cobardemente, yo he hablado, he pelado y por supuesto...he perdido.....y he ganado. Porque, como Antígona, aunque sepultada viva en una tumba de piedra, siempre se supo libre y viva. Así se sabía porque no había desmayado frente al poder del fuerte, y porque no había escuchado la voz de los cobardes.
Es increíble cómo años después del comentario de esta gran amiga puedo sentirme identificado con la lucha de Antígona, porque esa lucha es una lucha que libramos todos aquellos que no aceptamos la injusticia, la tiranía, la prepotencia...
Comparto con Antígona el deseo de enterrar porque, como leía en el programa de mano de la obra, enterrar es darle significado a aquello que existió para seguir adelante, detenernos a mirar con atención, darle contenido.
Hoy por hoy en el que fuerzas del pasado quieren hacernos olvidar la tragedia de nuestro país, ver a Antigona nos refresca la memoria para decir con valentía que el poder nunca se debe ejercer sin controles. No se le debe permitir a nadie, en ningún contexto. Ver a Antígona es vernos a nosotros mismos.
Por lo demás, Antigona es una buena muestra de qué es hacer teatro en el Peru, y de cómo debe hacerse: con limpieza, con honestidad, con valentía, levantando la voz para que se nos escuche, para que nunca más nos aparezca un Creonte en nuestro pais que se sienta dueño del universo, en nuestro trabajo, en nuestra casa, o peor aun, para que nunca nos veamos al espejo convertidos en aquello que tanto repudiamos.